sábado, 16 de abril de 2011

EL TREN LLEGA A CÁCERES


El tren de invitados llegó á Cáceres á las siete de la mañana del día 7. Una lluvia tenaz recibe á los expedicionarios. Las angostas calles, con sus viejas casas, románicas algunas, otras árabes, ofrecen un aspecto singular. Tiene Cáceres algo de Toledo, algo de Cuenca, algo de Salamanca; porque aun cuando en realidad carece de un edificio notable, el tono general de la población refleja aquellos mismos matices de antigüedad conservada y perpetuada á través de los siglos.
La villa de Cecilio Mételo aparece sorprendida con la llegada de la locomotora, como si no se explicase bien aun el milagro del vapor. ¡Falta hace que prenda en aquella tierra la chispa de los modernos adelantos! Gran pueblo, de temple heroico y resignado, que sabe trabajar y sufrir, obediente á las leyes hasta un extremo honroso, cuando las llamas de la cultura desciendan sobre su cabeza, Cáceres será una población importante, el eslabón más recio del comercio hispano-portugués.
El trozo de línea inaugurado empieza en Arroyo de Cáceres, y se une á la línea portuguesa en Valencia de Alcántara. En un año han conseguido la actividad y el talento del señor Moret tender los raíles por aquellas tierras vírgenes, donde el cultivo no ha ido aun a buscar el oro en las entrañas húmedas del planeta. Las obras principales de la línea son: un pequeño túnel en el Casar de Cáceres, un puente de seis tramos sobre el Tiétar, dos túneles cerca de Mirabel, el puente de la Bazagona y un admirable puente de quince pilotes sobre el Tajo. Esta obra, la más importante de la línea, es verdaderamente maravillosa. Su altura produce el vértigo. El ancho río corre majestuosamente allá abajo. Ambas márgenes, cortadas a pico desde una escarpada altura, aparecen pobladas de gente. Son más de seis mil personas, apiñadas, escalonadas en la pendiente. En una extensión grandísima no se ve el color de la tierra, oculto bajo el vivísimo matiz de los trajes de la gente del pueblo.
Dos enormes balsas nadan en el río, agitando sus descomunales remos como dos monstruos acuáticos... El tren real llega al puente.,. Se detiene en su centro. Es la audacia de la ciencia, el desafío de la mecánica y la ley de gravedad de la naturaleza. S. M. desciende de un vagón, el pueblo le rodea. Gritos y aplausos suenan. El Rey vuelve á subir: el tren recobra su velocidad, y tan animado y vistoso Cuadro se borra en nuestras pupilas.

13 de Octubre de 1881

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